El Desastre Económico de 1929 y sus Repercusiones
en el Año Fundacional de la Gran Logia Mixta de Chile
El 29 de octubre de 1929, conocido como el Martes Negro, marcó el derrumbe de la Bolsa de Nueva York y el inicio de una crisis económica sin precedentes. Las consecuencias del colapso financiero se extendieron rápidamente por todo el planeta, arrastrando economías enteras, destruyendo empleos, y generando una profunda incertidumbre social y moral.
El esplendor material de la década anterior se desvaneció de un día para otro, dejando al descubierto la fragilidad de un sistema basado en la especulación, el lucro desmedido y la falta de equilibrio entre el bienestar económico y el bienestar humano.
Las Ondas del Colapso en América y Chile
En los años que siguieron al desastre bursátil, América Latina se vio golpeada por los efectos de la depresión mundial. Chile, dependiente entonces de la exportación de materias primas como el salitre y el cobre, sufrió una drástica caída de sus ingresos y un aumento alarmante del desempleo.
Las ciudades se llenaron de hombres y mujeres que buscaban trabajo, mientras los valores sociales parecían tambalear ante el hambre y la desesperanza. Sin embargo, fue también en ese tiempo de penurias cuando surgieron movimientos que buscaban reconstruir la esperanza desde la conciencia, la educación y la solidaridad.
Año de Fundaciones y Renacimientos
En medio de aquel panorama convulsionado, ese año se transformó en una etapa de renovación y búsqueda espiritual. En distintas partes del mundo, tras la oscuridad económica y moral, comenzaron a nacer instituciones y corrientes de pensamiento que aspiraban a restablecer el sentido humano y ético del progreso.
Ese mismo año, en Chile, un grupo de mujeres y hombres visionarios dieron vida a la Gran Logia Mixta de Chile, levantando los cimientos de una masonería incluyente, racional y humanista. Su creación no fue ajena al espíritu de la época: representó una respuesta luminosa a un mundo que había perdido el equilibrio entre la materia y el espíritu.
La Gran Logia Mixta nació, pues, en un tiempo marcado por la escasez, la desconfianza y la necesidad de reconstrucción. Y en esa coyuntura, su misión adquirió un sentido aún más profundo: afirmar los valores de la igualdad, la educación y la fraternidad como antídoto frente a la desesperanza.
Mientras los sistemas financieros buscaban recuperarse, los masones y masonas que dieron origen a la institución comprendieron que la verdadera reconstrucción debía ser moral y espiritual, antes que económica.